viernes, 8 de febrero de 2013

TESTIMONIO DE UNA MUJER MALTRATADA

Testimonio de Almudena


No sé cómo empezar. Me parece que fue hace mucho tiempo y cuando lo recuerdo no hago más que pensar cómo es que no me daba cuenta de lo que estaba pasando.

No me pegaba, sólo cuando le dije que era mejor que nos separáramos. Ya lo había pensado antes y en ocasiones me marchaba con cualquier excusa a casa de mi prima o de mi madre y me imaginaba que ya no estaba con él. Como tenía mala salud y estaba mal de los nervios, me iba a descansar al campo. Eso decía él, que yo estaba loca. Y que lo hacía todo mal, era una inútil, tomaba decisiones sin pensar, mis hijos peligraban conmigo a solas (por eso siempre estaba su hermana en nuestra casa), que sin él no era nada y así todo el tiempo. Yo me enfadaba y le insultaba también, pero la mayor parte del tiempo cedía porque me creía lo que todo el tiempo me repetía él y su hermana, mi madre y todo el mundo cuando me decían que me veían mal, que fuera el médico para que me diera algo. Cuando ya no pude más intenté hacer algo horrible y fue pensar en mis hijos lo que evitó que me quitara de en medio, ya no soportaba más el control, sus caprichos, sus insultos.

No sabía a quién acudir, ¿qué iban a hacer por mí? La tutora de mi hijo pequeño me llamó un día para tener una reunión conmigo. Cuando me preguntó si estaba pasando algo en casa porque el niño estaba muy triste y callado, cuando a principios del curso estaba muy animado, rompí a llorar. Ella fue la primera persona que dijo que eso no era normal, no era un buen marido. Conocía algún caso personal y me dijo que fuera a hablar con una persona que conocía. Esa persona me dijo que lo que ocurría eran maltratos. No fui al sitio que me dijeron que fuera. Fui enfadándome cada vez más hasta que le dije que por qué no nos separábamos. Pensé que él podría aceptar, si tan mal iban las cosas. Pero no fue así y comenzó con amenazas hasta aquel día que me dio una paliza y salí corriendo hasta la comisaría. Mis hijos no estaban en casa, estaban con su tía y la comisaría está muy cerca de mi casa. Cuando me vieron entrar se asustaron y me atendieron. Me explicaron que podía poner una denuncia, pero no quise. ¿Cómo se lo iba a explicar a mis hijos tan pequeños? Les pedí que me acompañaran a casa y lo hicieron. Allí estaba él en la calle, cuando me vio con la policía empezó a insultarme y amenazarme. Me dio mucho miedo. Así que al final puse la denuncia.

 
Lo pasé muy mal. Con remordimientos por haber puesto la denuncia, sin saber si irme a la casa de acogida o quedarme en casa o ir con mi familia, con miedo a si nos hacía daño. Él destapó su peor cara, pero mucha gente le seguía defendiendo. Necesité mucha ayuda, de mi abogada, de la trabajadora social, del psicólogo. Pero al final todo fue normalizándose y ahora sé que soy una persona capaz.

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